miércoles, 12 de mayo de 2010

buen día, día

Siempre, siempre fuiste tan llamativa,
tan hermosa,
qué te llevaste todas las miradas.
Tenías esa gracia al moverte, esa simpatía, esas tetas
que era imposible que pasaras desapercibida.
Incluso ahora, que no andás más, seguimos pendientes de vos.
Hoy hubiera sido otro día en el que no tendría noticias tuyas,
como mucho una firma en el aire saludándome,
pero saludándome de esa manera en la que sólo vos saludabas
que te transmitía un calor virtual imprescionante.
Y hoy, sólo porque es trece de mayo, me voy a poner cursi y te voy a agradecer por los cumpleaños en que te acordaste (o no) pero me saludaste con esos abrazos que te exprimían la columna.
Y hoy, sólo porque es el apestoso aniversario del día que empece a odiar a los trenes, te concedo el honor de ser broche de oro, porque, como la caída del feudalismo dió cierre a la edad media (y comienzo a la moderna), vos y tus vías marcaron el final de una era,
y ahora pienso dejar de despedirla para darle la bienvenida a una nueva.

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