miércoles, 11 de agosto de 2010

más humanos

Documento que recién ahora, a mis 17 años de edad, fuí capaz de sentir tanto dolor ante la injusticia, ante el cinismo, ante el desinterés social como para llorar. No lloriquear, no sentirme mal, LLORAR. Con agua (mucha), con gritos, con gemidos, con toda la ceremonia propia del llanto gutural producido al retorcer el puñal en el vientre.
Todos los llantos como mi llanto, diría Silvio.
Porque no es un llanto egoísta, no es mío, mío, mío. Es nuestro, (lo reconozcas o no).
Y como vos no podés darte el lujo en tu vida pequeñoburguesa de descomponerte de angustia al ver a una nena durmiendo en la calle, lo hago yo. Te presto mi cuerpo para que lo transites y tu alma pueda seguir vivendo con el peso que significa ser conciente. Con la cruz de ser conciente. Con esa paz virtual.
Sólo necesito que te conectes, te inspecciones, y encuentres ese vacío en tu esencia, y entiendas que ese vacío pertenece a lo nuestro.
Y lo llores,
y lo transmitas,
y lo luches.
La conciencia del vacío nos hace más humanos.

(y estamos en sequía de humanos ultimamente)

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